Después de 38 semanas de espera, mucho sufrimiento por parte de sus padres (fué embarazo de alto riesgo) y mucha pero mucha ilusión, nació el pequeño Edgar, tomó su primer bocanada de aire al ritmo de Break on Through de The Doors (nos tocó un anestesista buena onda pero no quiso aflojar la morfina).
El parto por cesárea es una cirugía muy pero muy compleja desde el punto de vista del usuario, desarmaron a mi pequeña Beatriz y la volvieron a armar como si fuera un lego, pero a la historia:
Llegamos a las 6.30pm del jueves 17 de marzo al ginecólogo para una consulta, ya no nos dejó ir, de ahí se llevaron a mi pequeña al quirófano, y después de disfrazarme de doctor entré con ella, entre aparatos y olor a alcohol (y no del que me gusta), a las 9.35pm nació mi pequeño hijo.
Lo acompañé a que lo revisaran, le pusieron una aspiradora en la nariz y en la boca, le metieron un termómetro en su colita, le sobaron los huevitos y me lo entregaron. Yo esperaba un golpe de amor que me cambiaría la vida y todas esas mentiras que dicen los padres sobreprotectores, y la realidad es que no es así, y no me malentiendan, su vida es un milagro y lo adoro, pero no es tan así como lo pintan.
Y ahora soy experto en fórmula de bebé, soy master en cambio de pañales, pero donde realmente destaco es en bañarlo, soy un artista de bañar a mi hijo y amo ese momento del día, es un instante padre e hijo insuperable.
Y quien me haya leído seguro está pensando "¿Que onda con este master?" pero toda esta experiencia de ser papá me ha enseñado que se puede disfrutar de todo en esta vida sin tener que cambiar y normalizarse.
¿Finalmente maduraré?; no lo creo, más bien he encontrado otro partner para gozar de la vida. ¿Cambiaré mis modos para volverme un papá normal?; tampoco lo creo, nunca he sido fan de la normalidad, supongo seguiré siendo el mismo de siempre pero con una comparsa más para echar cotorreo.
Eso sí, esperaré ansiosamente cada día las 5.30pm para ir a ver a mi familia, así como en su momento esperaba ansiosamente la noche para irme de cabrón, creo que el secreto está en gozar cada etapa y no quedarse sin vivir ninguna parte de la vida.
Desde el otro lado del Edén.
Icaro